Arrio nació alrededor del año 256 d.C. en la ciudad de Ptolemaida, en la Cirenaica romana (actual Libia). Se sabe poco de su familia o de su infancia, tal vez descienda de descendientes bereberes romanizados, se cree que recibió una educación cristiana sólida, probablemente en Alejandría, un centro de teología y aprendizaje en la época. Uno de sus oponentes lo describe asi: alto y delgado, de aspecto distinguido y finos modales. Las mujeres lo adoraban, encantadas por sus buenas maneras, tocadas por su apariencia de asceta. A los hombres les impresionaba su aura de superioridad intelectual
Arrio se convirtió en presbítero en Alejandría, donde se distinguió por su ascetismo, su piedad y su elocuencia. Su ascenso en la Iglesia fue rápido, y en 311 d.C. ya era reconocido como un líder de la comunidad cristiana local.
Controversia teológica:
En 318 d.C., Arrio se vio envuelto en una controversia teológica con su obispo, Alejandro de Alejandría. La disputa giraba en torno a la naturaleza de Cristo. Arrio sostenía que el Hijo de Dios era una criatura, aunque la más perfecta de todas las criaturas, y que no era coeterno con el Padre. Esta postura, conocida como arrianismo, se contraponía a la doctrina ortodoxa que defendía la divinidad de Cristo y su consustancialidad con el Padre. Se cree que el pensamiento de Arrio estaba influenciado por las enseñanzas de Luciano de Antioquía, un célebre mártir cristiano denominado tambien como el arriano antes que Arrio. Su ideas estuvo tambien muy influenciado en los textos de Origenes de Alejandria teólogo y filósofo cristiano del siglo III, fue una figura influyente en el pensamiento de Arrio, Orígenes, considerado uno de los Padres de la Iglesia, exploró la naturaleza de la Trinidad, planteando la subordinación del Hijo al Padre. Aunque no se consideran arrianos, algunos conceptos de Orígenes, como la idea del Logos como criatura del Padre, abonaron el terreno para las ideas de Arrio.
Exilio y controversias:
Las ideas de Arrio fueron condenadas por Alejandro y por un sínodo local en 321 d.C. Arrio fue exiliado y se refugió en Nicomedia, donde encontró el apoyo del obispo Eusebio. La controversia arriana se extendió por todo el Imperio Romano, dividiendo a las comunidades cristianas y atrayendo la atención del emperador Constantino I.
Concilio de Nicea y regreso:
En 325 d.C., Constantino convocó el Concilio de Nicea, un concilio ecuménico que reunió a obispos de todo el imperio para discutir la controversia arriana. El concilio condenó el arrianismo y proclamó la divinidad de Cristo. Arrio fue exiliado de nuevo, pero tras la muerte de Constantino en 337 d.C., pudo regresar a Constantinopla.
Muerte y legado:
Arrio murió en Constantinopla en el año 336 d.C. poco se sabe de la causa de su muerte, tal vez era un personaje demasiado incomodo y viendo como se mantenía en el imperio sus doctrinas acabaron envenenándolo.
El Arrianismo
El arrianismo, doctrina teológica desarrollada por Arrio en el siglo IV d.C., negaba la divinidad de Cristo y su consustancialidad con el Padre. Arrio sostenía que Jesús era una criatura, aunque la más perfecta, creada por Dios Padre. Esta postura chocaba frontalmente con la doctrina ortodoxa de la Trinidad, que defendía la divinidad de Cristo y su igualdad con el Padre.
El arrianismo generó un gran conflicto en el seno del cristianismo, dividiendo a las comunidades cristianas y enfrentando a teólogos y obispos. La controversia llegó a tal punto que el emperador Constantino I convocó el Concilio de Nicea en 325 d.C. para dirimir la cuestión. El concilio condenó el arrianismo y proclamó la divinidad de Cristo, pero la controversia no se apagó del todo.
El arrianismo persistió durante siglos, especialmente entre los pueblos germánicos, y fue una de las principales herejías que enfrentó la Iglesia primitiva. Su influencia se extendió por todo el Mediterráneo y llegó a tener un impacto significativo en el desarrollo del cristianismo.
Tras la muerte de Arrio en el año 336 d.C., el arrianismo continuó siendo una fuerza importante en el cristianismo primitivo durante siglos. Sus seguidores, conocidos como arrianos, se dividieron en diferentes grupos con diversas interpretaciones de la teología arriana.
El arrianismo experimentó varios periodos de auge y declive, influyendo en la política imperial y en las comunidades cristianas de todo el Mediterráneo. Algunos emperadores romanos, como Constancio II y Valente, apoyaron el arrianismo, mientras que otros, como Teodosio I, lo persiguieron.
El Concilio de Constantinopla en 381 d.C. reafirmó la doctrina trinitaria ortodoxa y condenó el arrianismo una vez más. A partir de ese momento, el arrianismo comenzó a declinar en el Imperio Romano, aunque persistió durante más tiempo entre algunos pueblos germánicos como los visigodos.
En los siglos siguientes, el arrianismo fue finalmente erradicado en Europa occidental por la Iglesia católica. Sin embargo, sus ideas tuvieron un impacto duradero en el desarrollo del cristianismo, impulsando la reflexión teológica sobre la Trinidad y la naturaleza de Cristo.
El arrianismo, como doctrina teológica formal, ha desaparecido en gran medida del cristianismo actual. La Iglesia católica, junto con la mayoría de las demás iglesias cristianas, lo considera una herejía.
Sin embargo, algunas ideas y conceptos arrianos pueden encontrarse en ciertos grupos religiosos contemporáneos, como:
1. Testigos de Jehová: Aunque no se consideran arrianos, su teología sobre Jesús tiene algunas similitudes con el arrianismo. Creen que Jesús es el Hijo de Dios, pero no lo consideran coeterno ni consustancial con el Padre.
2. Unitarios: Los unitarios, que rechazan la doctrina de la Trinidad, también comparten algunas ideas con el arrianismo al negar la divinidad de Cristo.
3. Algunos grupos pentecostales y evangélicos: Algunos grupos dentro de estas tradiciones pentecostales y evangélicas sostienen ideas subordinacionistas sobre la relación entre Jesús y el Padre, que se acercan a algunas ideas arrianas.
4. Neoarrianismo: En los últimos años, ha habido un resurgimiento del interés por el arrianismo, con algunos teólogos e historiadores que se han autodenominado "neoarrianos". Estos neoarrianos reinterpretan las ideas de Arrio a la luz de la investigación histórica moderna.
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