jueves, 4 de julio de 2024

Publio Elio Adriano: Emperador, filósofo y constructor

Publio Elio Adriano nació el 24 de enero del año 76 d.C., posiblemente en Itálica, cerca de Sevilla, en el seno de una familia hispana acomodada. Su padre, Publio Elio Adriano Afer, era un senador romano originario del Piceno en Italia, mientras que su madre, Domicia Paulina, procedía de Gades (Cádiz). Adriano quedó huérfano a los diez años tras la muerte de su padre. Su tutela pasó a manos de Trajano, un pariente lejano que se convertiría en una figura paterna para él.

Educación y primeros años:

Trajano, un hombre culto y ambicioso, se convertiría en una figura paterna para Adriano. Le brindó una educación esmerada, instruyéndolo en las artes, la literatura, la filosofía y la retórica, tanto griega como latina. Gracias a esta formación, Adriano desarrolló una profunda admiración por la cultura clásica, que lo acompañaría durante toda su vida. En Grecia desarroyo una gran amistad con el filosofo estoico Epicteto que llegaria a influenciar a Adriano toda su vida.

A la edad de 14 años, Adriano se trasladó a Roma para continuar sus estudios. Allí, además de profundizar en su formación intelectual, comenzó a dar sus primeros pasos en la carrera militar, siguiendo los pasos de su tutor. Su debut militar se produjo en el año 94 d.C., sirviendo como tribuno militar en la Legio VII Claudia en Hispania. Adriano demostró ser un soldado capaz y ambicioso, ascendiendo rápidamente de rango. Su desempeño en las campañas militares en Germania y Dacia lo situó como un oficial prometedor, ganando la confianza y el respeto de sus superiores.

Ascenso al poder:

La relación entre Adriano y Trajano se fue consolidando con el paso del tiempo. Trajano veía en Adriano un joven inteligente, disciplinado y ambicioso, con un gran potencial para el liderazgo. En el año 98 d.C., Trajano fue adoptado por el emperador Nerva y ascendió al trono romano. Trajano no tardó en recompensar la lealtad y el talento de Adriano, nombrándolo pretor y asignándole importantes cargos administrativos y militares. Adriano acompañó a Trajano en sus campañas militares en Dacia y Mesopotamia, donde demostró su capacidad como estratega y líder militar. Su participación en estas campañas le valió el reconocimiento público y lo posicionó como uno de los hombres más influyentes del imperio. En el año 117 d.C., Trajano, sin descendencia directa, nombró a Adriano como su hijo adoptivo y heredero al trono. Esta decisión, aunque no exenta de controversia, aseguró una transición pacífica del poder y marcó el inicio del reinado de Adriano.

Un reinado de paz y prosperidad:

El reinado de Publio Elio Adriano (117-138 d.C.) se caracterizó por la estabilidad, la paz y la prosperidad. Tras las conquistas militares de su predecesor, Trajano, Adriano centró sus esfuerzos en consolidar las fronteras del imperio, fortalecer la administración y mejorar el bienestar de sus ciudadanos.

Política exterior:

Adriano adoptó una política exterior pragmática y cautelosa, evitando expansiones militares innecesarias y centrándose en la defensa de las fronteras del imperio. Consolidó la frontera norte mediante la construcción del muro de Adriano en Gran Bretaña, una obra de ingeniería defensiva de gran envergadura. En otras regiones del imperio, Adriano fomentó la diplomacia y la integración de las poblaciones locales. Su política exterior contribuyó a mantener la paz y la estabilidad en el imperio durante casi dos décadas y las que se tiraria mas de la mitad fuera de Italia viajando por todos los rincones del imperio.

Adriano era un diplomático hábil y un defensor del diálogo intercultural. En lugar de recurrir a la fuerza militar, prefería establecer relaciones pacíficas con los pueblos vecinos a través de tratados, intercambios comerciales y misiones diplomáticas. Un ejemplo de su enfoque diplomático es la creación de la provincia de Dacia, en la actual Rumanía. Tras la conquista militar de Trajano, Adriano adoptó una política de integración cultural y económica, fomentando la romanización de la población local y la construcción de infraestructuras en la región.

Adriano era consciente de la importancia de las élites locales para mantener la estabilidad en las provincias del imperio. Promovió la participación de las élites locales en la administración imperial, otorgándoles cargos de responsabilidad y concediéndoles privilegios como la ciudadanía romana. También fomentó el desarrollo cultural y económico de las provincias, financiando la construcción de obras públicas y apoyando el desarrollo de las artes y las letras.

A pesar de su política general de paz, Adriano se vio obligado a intervenir militarmente en algunas ocasiones para sofocar rebeliones o defender las fronteras del imperio. Al encontrarse Jerusalén destruida tras la última guerra en la rebelión judía de Bar Kokhba en el año 135 d.C., fue uno de los eventos más importantes de su reinado. Como consecuencia, se les prohibió a los judíos entrar en Jerusalén, lo que causó su despoblamiento y el inicio de la diáspora judía. La rebelión, que tuvo un carácter religioso y nacionalista, fue reprimida con dureza por las tropas romanas, causando una gran destrucción y pérdida de vidas humanas. Tras visitarla y encontrarse la ciudad destruida, Adriano decidió reconstruirla como una nueva colonia romana, al igual que había hecho con otras ciudades, con el objetivo de que el imperio absorbiera la identidad judía. Eliminó la provincia de Judea y la fusionó con otras en la provincia de Siria Palestina. También refundó Jerusalén como Aelia Capitolina y colocó una estatua de Júpiter y una suya propia para integrar el culto imperial.

Política interior:

Adriano se preocupó por el bienestar de sus ciudadanos, implementando medidas para mejorar la infraestructura, la economía y la administración del imperio.

Infraestructura:

Adriano construyó numerosas obras públicas, como puentes, acueductos, calzadas y edificios públicos.

Estas obras mejoraron la comunicación y el transporte entre las diferentes regiones del imperio, fomentando el comercio y la economía.

Economía:

Adriano también se preocupó por el desarrollo económico del imperio. Implementó medidas para:

  • Reducir los impuestos: Alivió la carga fiscal sobre los ciudadanos, lo que estimuló la actividad económica.

  • Fomentar el comercio: Promovió el comercio entre las diferentes regiones del imperio y con otras culturas.

  • Incentivar la agricultura: Apoyó a los grandes agricultores mediante préstamos y subvenciones, pero se encontró con un problema: al dejar de expandirse, dejó de conseguir mano esclava, que era quien solía trabajar los campos. Esta mano de obra fue sustituida por arrendatarios libres que, al no tener propiedades, podían desplazarse libremente en busca de mejores ofertas laborales, muchas veces en las ciudades. Al ser más difícil encontrar trabajadores y exigir cada vez un salario más alto, los terratenientes –muchos de ellos senadores– se quejaban de esto, afirmando que poco habíamos cambiado en 2000 años. Presionaron para que se promulgaran leyes que impidieran que los campesinos se desplazaran libremente y los mantuvieran atados a sus tierras. Esto sería el tímido comienzo de lo que se acabaría imponiendo en la Edad Media con el sistema feudal y la servidumbre.

  • Desarrollar la minería: Impulsó la explotación de recursos minerales, como el oro y la plata.

Administración:

Adriano reformó la administración del imperio para mejorar su eficiencia y justicia. Entre las reformas más importantes se encuentran:

  • Centralización de la burocracia: Concentró el poder administrativo en la figura del emperador y creó una estructura burocrática más eficiente.

  • Reforma del sistema judicial: Mejoró el sistema judicial, creando nuevos tribunales y nombrando jueces más competentes.

  • Creación del "Consejo del Príncipe": Estableció un consejo de asesores para ayudar al emperador en la toma de decisiones.

  • Promoción de los "equites": Incrementó el papel de los "equites", una clase social de caballeros romanos, en la administración local y provincial.

Adriano también tomó medidas para mejorar el bienestar social de sus ciudadanos. Entre las más importantes se encuentran:

  • Concesión de la ciudadanía romana: Amplió la concesión de la ciudadanía romana a personas de diferentes provincias, lo que les otorgó mayores derechos y privilegios.

  • Mejora de las condiciones de vida en las ciudades: Implementó medidas para mejorar la higiene pública, la salud y la seguridad en las ciudades.

  • Apoyo a la educación: Fomentó la educación pública y creó nuevas escuelas en todo el imperio.

  • Protección de los esclavos: Dictó leyes para proteger a los esclavos de los abusos de sus amos.

Cultura y filosofía:

Adriano era un gran admirador de la cultura griega y romana. Fomentó las artes, las letras y la filosofía en todo el imperio.

Se rodeó de intelectuales y artistas, y él mismo era un escritor y poeta aficionado.

Construyó numerosos edificios públicos de estilo griego y romano, como el Panteón de Roma, una obra maestra de la arquitectura romana.

Religión:

Adriano era tolerante con las diferentes religiones que se practicaban en el imperio, siempre que no representaran una amenaza para el orden público.

Sin embargo, también persiguió a los cristianos, quienes se negaban a adorar al emperador como un dios.

Muerte y legado:

Adriano murió el 10 de julio del año 138 d.C. en la villa de Bayas, cerca de Nápoles. En un principio fue adoptado como sucesor Lucio Elio César pero murió poco tiempo después. Al final fue sucedido por su hijo adoptivo, Antonino Pío con la condición de que adoptara a Lucio Aurelio Vero hijo de Lucio Elio César y al sobrino de Adriano, Marco Aurelio, ambos serian coemperadores hasta la muerte de Lucio donde ya reinaría Marco Aurelio en solitario, ambos continuarían con la política de paz y prosperidad iniciada por Adriano.

Adriano es considerado uno de los mejores emperadores de la historia romana. Su reinado marcó un período de estabilidad y prosperidad para el imperio, y su legado cultural y arquitectónico aún se puede apreciar en la actualidad.

Un personaje complejo:

Adriano era un hombre complejo y contradictorio. Era inteligente, ambicioso y disciplinado, pero también podía ser vanidoso, celoso y cruel.

Su relación con Trajano fue fundamental en su desarrollo personal y político. Trajano le brindó la oportunidad de ascender en el escalafón social y militar, y le inculcó los valores de la responsabilidad y el servicio al imperio. Adriano no era un general brillante ni un orador carismático, pero era un líder pragmático y eficiente. Comprendió que el imperio necesitaba un período de paz y estabilidad para consolidar sus conquistas y prosperar. Su política exterior cautelosa, su enfoque en la mejora de la infraestructura y la economía, y su tolerancia religiosa contribuyeron a un período de paz y prosperidad que duró casi dos décadas.

Lleva su nombre, Adrianopolis la antigua ciudad de Selymbria una vez conquistada por Roma y reconstruida y fue visitada por Adriano en el año 125, esta ciudad será protagonista de un terrible episodio en la historia de Roma en una batalla que llevara su nombre en el año 378.

También sería muy famoso El Muro de Adriano también conocido como Vallum Aelium, es una fortificación defensiva construida por orden del emperador romano Adriano en el año 122 d.C. Se extiende a lo largo de 117 kilómetros de este a oeste en la actual frontera entre Inglaterra y Escocia.

Su objetivo era proteger la provincia romana de Britania de las incursiones de las tribus caledonias que habitaban al norte. El muro, compuesto por una muralla de piedra, torres de vigilancia y fuertes, fue una obra de ingeniería colosal que requirió la participación de miles de soldados y trabajadores durante casi una década. Además de su función defensiva, el Muro de Adriano también tenía una importante función simbólica, marcando la frontera del Imperio Romano y separando la civilización de la barbarie.

A pesar de su solidez, el muro no fue infranqueable y las tribus caledonias lo atacaron en numerosas ocasiones. Con el tiempo, su importancia militar disminuyó y fue abandonado en el siglo IV d.C. En la actualidad, el Muro de Adriano es un Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y uno de los destinos turísticos más populares del Reino Unido. Sus ruinas se conservan en buen estado y permiten a los visitantes hacerse una idea de la magnitud y la complejidad de esta obra maestra de la ingeniería romana.




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